Me he dado cuenta de que no tengo ningún libro de ajedrez y eso que he leído bastante libros sobre el tema. Libros dedicados al desarrollo del juego (aperturas, defensas, variantes y finales) y otros dedicados a grandes jugadores (Alekhine, Botwinik, Fischer, Karpov y Kasparov) han pasado por mis manos, pero nunca me dió por comprar alguno. Todos eran prestados.
Salvo por el tablero, piezas y el reloj que tengo en mi estantería, nadie diría que podría tener algún tipo de interés por el juego.
Caí en la cuenta de esto mientras tomaba una cocacola en la terraza de un bar cercano a mi casa. En una mesa contigua, estaban sentados algunos jugadores que mantenian una conversación sobre variantes de una defensa antigua -La Philidor-. Asistí, furtivamente, al despliegue de las piezas por un tablero imaginario. Hacia tiempo que no tenía el gusanillo de volver a jugar una partida.
Salvo por el tablero, piezas y el reloj que tengo en mi estantería, nadie diría que podría tener algún tipo de interés por el juego.
Caí en la cuenta de esto mientras tomaba una cocacola en la terraza de un bar cercano a mi casa. En una mesa contigua, estaban sentados algunos jugadores que mantenian una conversación sobre variantes de una defensa antigua -La Philidor-. Asistí, furtivamente, al despliegue de las piezas por un tablero imaginario. Hacia tiempo que no tenía el gusanillo de volver a jugar una partida.
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