En un mundo paralelo nos podríamos plantear esa pregunta, al igual que hicieron los americanos cuando recuerdan la muerte de Kennedy, pero en su versión españolizada, adaptada a la palabra anatema de los políticos nacionales, la dimisión.
Pero como decía, eso queda para los mundos paralelos, la realidad de España marca otra pauta, la de aferrarse al sillón a cualquier precio (se pueden hacer chascarrillos con los sobres).
Aunque lo peor de todo es que las alternativas que se nos presentan -PSOE?- son vergonzantes. Ninguno de los dos partidos mayoritario han demostrado la más mínima pizca de dignidad cuando estaban en gobernando -la reforma de la constitución sin pasar por un referéndum a petición de la troika comunitaria fue para 'echarlos a patadas y sin compasión'-.
De la reforma laboral lanzada por el PSOE y retocada por el PP ni hablo. Que lo haga el PP tiene su pase, entra dentro de sus principios liberales, pero que lo hiciera el PSOE no encajaba con ningún valor progresista ni obrero.
Así que estamos con el escándalo Bárcenas, que en cualquier país con verdadera cultura democrática hubiese supuesto la dimisión de los implicados, mientras los políticos intentan quitarle peso al tema. Hay que recordar que hasta el mes de marzo, Barcenas tenia coche y garaje en la sede del PP.
Me enciendo por momentos.
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