Contar la historia por el final es un recurso estilístico muy socorrido que aumenta el interés del lector. Esta mañana, cuando voy al trabajo noto que la mochila pesa más de la cuenta, pero hasta que no llego al curro y saco el móvil no me doy cuenta de que dentro hay dos bolas de billar (la blanca y la nueve). ¿Cómo coño han llegado allí?
Tiene su explicación lógica en la que no intervienen ni bares, ni trasnochar hasta altas horas de la noche, ni nada parecido. La explicación empieza por un hecho inusual. El día anterior, por la tarde, mientras estaba estudiando, me apoye un momento en una de las estanterías para cargar el móvil, rompiéndose uno de los laterales de una balda, que quedo apoyada en los libros de la balda inmediatamente inferior. En mi intento desesperado de evitar males mayores me puse a quitar libros mientras sujetaba la balda rota, pero no fui lo suficientemente rápido, la balda de abajo terminó cediendo también, causando una reacción en cadena con las baldas inferiores y los laterales de la estantería, que se abrieron 'lateralmente', causando que las baldas superiores también sintieran la irresistible atracción de la gravedad y cayeran sobre las que ya se habían roto...
Entre las cosas que había en estas baldas,a parte de libros (120?), estaban esas dos bolas de billar, que no sabíamos donde poner mientras recogíamos el desaguisado. Como la mochila estaba abierta en una de las sillas cercanas a la estantería siniestrada, aprovechamos para meterlas dentro y evitar que siguieran rodando por el cuarto mientras recogíamos el desaguisado.
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