En temas que tienen que ver con la política -y puede quedar raro escribir de esto en el blog-, mantengo mis opiniones reservadas a un ámbito muy cercano de amigos y familiares más íntimos, pero de vez en cuando surge comentar algo sobre la situación actual. Y cada vez que esto pasa, me queda un regusto amargo.
Tengo la sensación de que no es que nada se haga bien, sino de que no hay ningún interés de que se hagan las cosas bien, pensando en que mañana podemos tener un país mejor, con unas leyes para todos y que sean un ejemplo para los demás. No es que sea de ahora, sino que ha sido de siempre. Si uno mira hacia atrás en la historia del país, los hechos confirman lo que digo. Pocas leyes se hicieron que no fueran pensadas para mantener el status quo o para revertir cambios que se hicieron anteriormente, tanto de un bando como de otro.
Y sobre todas las cosas, el concepto de 'los bandos' lo domina todo. O estas con uno o con otro para siempre. No lo comprendo y no lo comparto. La política, por encima de todo, deber ser un arte del equilibrio para saber ceder en algunas cosas y ganar en otras. Lamentablemente, esto se ha entendido muy pocas veces. También los ciudadanos tenemos nuestra parte de culpa, primando más convertirse en hincha de un partido político sobre cualquier otro tipo de consideración. En cualquier caso, en una democracia si no se comprende y se respeta al resto, mal uso se le va a dar a la misma.
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