Comparando con el avión, lo supera en todas sus fases y aspectos; compra, canjeo, embarque, viaje, equipaje, salida. En el avión somos tratados como ganado, solo falta que nos marquen con un hierro candente. Llega al punto de pensar que realmente les molesta que me monte en el avión, de tantos chequeos, escáneres que nos hacen.
Es que sólo aparcar en la misma puerta de la estación me parece de otro mundo. Hay veces que en el avión, de tan lejos que se deja el coche, casi tengo que coger otro avión para llegar a él.
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